martes, 16 de mayo de 2017

Cuatro Caminos: un nuevo centro para A Coruña

Allá por los años 50, tras los primeros años de postguerra, comenzó a sentirse en España un cierto aire de recuperación económica, aunque la pobreza extrema seguía percibiéndose en las ciudades y A Coruña no era una escepción. Fue por esos años cuando comenzaron los primeros planes de expansión urbana de la ciudad hacia su entonces periferia. Lo que hoy conocemos como el barrio de San Diego, A Cubela y Os Castros eran zonas de labranza y de huerta donde además exstían un importante número de asentamientos chabolistas.


El crecimiento de la urbe herculina tendía a dirigirse hacia el sudeste, siguiendo el margen de la ría hacia el interior de la misma. En los límites de la ciudad se hallaba Cuatro Caminos, una zona de linde con el antiguo ayuntamiento de Oza, que fue anexionado a principios del siglo XX por A Coruña pero que siempre mantuvo una fuerte identidad, incluso en nuestros días. Esta zona llana crecía justo al calor de las nuevas radas de la ciudad, pues la Marina se había quedado pequeña: Batería, muelle del Este, Calvo Sotelo, Linares Rivas y el último en construrse: San Diego en la década de los años 60. Los muelles se expandieron hacia la playa de Oza dónde aún se erigía una fortaleza del siglo XVI, hoy desaparecida.




Su denominación venía dada por la confluencia de varias vías de comunicación que daban acceso a la ciudad: por una parte la carretera de Eirís, que era la entrada natural a la ciudad y que conectaba la ciudad con Santiago. Por otro la carretera de Oza, que era la calle hoy denominada Avenida de Oza (antes General Sanjurjo), y que conectaba la ciudad con Os Castros y As Xubias. Además, desde aquí partía la cuesta de la Falperra y la carretera del puerto, hoy Linares Rivas, que iban hacia el centro de la ciudad. Toda esta zona era un importante nudo de comunicaciones por dónde era común ver pasar a los troles, los autobuses de propulsión eléctrica que se guiaban por las antiguas catenarias del tranvía.


Cuatro Caminos, como zona periférica que era, fue el lugar de emplazamiento de numerosas infraestructuras y también de la incipiente industria de la ciudad. Aquí se erigió la fábrica de cervezas La Estrella de Galicia, que hoy se ha trasladado al polígono de A Grela pero que conserva en el barrio su principal cervecería, un icono del ocio de la ciudad. También estuvieron aquí la sede y las rotativas del diario La Voz de Galicia, trasladadas al municipio vecino de Arteixo, así como otras industrias de embotellado, conserva o ensamblaje de vehículos comerciales. Todo ello convivía con las zonas agrícolas de la ciudad: A Cubela y Os Castros-San Diego. Todo lo que hoy conocemos como parque Europa era una inmensa zona de huertas regadas por el río Monelos, del que hoy sólo nos queda el viaducto que discurre bajo la Avenida de Oza en dirección al centro comercial.


El río Monelos hoy fluye bajo tierra a través de tuberías, pero en su día fue el centro de numeroso ajetreo de esta zona de la ciudad. Aquí se reunían las famosas lavandeiras para lavar la ropa, y por las orillas de esta arteria fluvial proliferaban las casas de aldea y terrenos de labranza con sus paisajes más propios de zonas rurales que de una ciudad, pero que daban al barrio un aire pintoresco y le imprimían una fuerte personalidad que aún hoy conserva en sus gentes y en los nombres de sus calles y plazas como Avenida de Monelos o la plaza de la Cubela.

 
Cuatro Caminos es hoy un céntrico barrio residencial y comercial dónde se asientan todo tipo de negocios además de sendas superficies comerciales. Fue aquella época, en la década de los 50, en la que llegaron a la ciudad a numerosas familias en busca de trabajo. Muchas llegadas de Castilla eligieron esta zona para asentarse, así como aquellas que vivían del mar y que llegaron de la Costa da Morte o las Rías Baixas para trabajar en el afamado Muro, el mayor puerto de pesca de bajura de Europa. Rápidamente esta zona fue objeto de planes constructivos de nuevas zonas residenciales, hacia la calle Caballeros y Fernández Latorre, con la construcción de nuevos servicios como grupos escolares y zonas verdes. Además, el barrio sufrirá un importante cambio en su fisionomía con la construcción del viadiucto de Alfonso Molina, que atravesaría el barrio en voladizo descansando sobre seis enormes pilares.


Posteriormente, en Septiembre de 1986, el barrio sufriría el espaldarazo definitivo con el asentamiento en esta zona de la primera gran superficie comercial de la ciudad de la mano de la cadena El Corte Inglés, que edificaría en la calle Ramón y Cajal su primer gran establecimiento en A Coruña. Años después llegaría el centro comercial Cuatro Caminos, confrmando la pujanza de la zona que, aún con todo, seguía sin disputarle la categoría de "centro" a otras zonas de la urbe como el Ensanche o la Pescadería, dónde eran mucho más numerosos los locales de ocio y restauración.


Otro de los iconos del barrio es su fuente. Adoptada por el deportivismo como lugar mítico de reunión para festejar títulos y ascensos fue lugar de congregación en algunos de los momentos más brillantes de la historia del club coruñés, así como los de la selección española de fútbol. Quizás por su posición central, o por ser la única gran fuente existente en la ciudad, lo cierto es que la fuente de Cuatro Caminos, al calor de la iglesia de San Pedro de Mezonzo (una construcción moderna de controvertido gusto arquitectónico) se ha convertido en el centro de peregrinacón para las grandes gestas deportivas de los coruñeses.


Recientemente el barrio ha sido objeto de actuaciones enfocadas a buscar una humanización de la que no gozaba por ser un nudo de comunicaciones. El crecimiento de la ciudad hacia el sur ha dejado a Cuatro Caminos en una posición céntrica donde los vecinos pueden disfrutar de todos los servicios: restauración, ocio, bibliotecas, gimnasios, piscina, parques, comercio, transporte.., y esto ha provocado que los negocios florezcan en la zona. Poco a poco el distrito ha ido ganando habitantes, generando sinergias y viendo como se configuraban asociaciones de empresarios y vecinos que trabajan por mejorar las condiciones del barrio que a día de hoy es ya un nuevo centro de A Coruña.


Como colofón a este proceso, recientemente la antigua Real Fábrica de Tabacos ha sufrido una reforma integral para albergar parte de la Sede Judicial de A Coruña. Su entorno ya había sido humanizado previamente para abrir un espacio diáfano y crear una gran área de esparcimiento con zonas verdes, locales de ocio y restauración y juegos infantiles que le ha dado la vida al barrio. Es en esta zona donde confluyen Ramón y Cajal con la Avenida de Oza, dónde hace ahora un año se inauguró La Maroteca, un local de restauración dedicado al pescado y el marisco de la mejor calidad. Un local justo en frente del puerto que en su día atrajo a las gentes que vivían del mar, un mar que nos regala cada día el mejor producto para nuestros platos y nuestros clientes. Un local en el nuevo centro de A Coruña.

martes, 27 de diciembre de 2016

Muros: Los orígenes de la conservera y los apellidos catalanes

Mucha gente se pregunta el porqué de la existencia de tal cantidad de apellidos de origen catalán en el municipio muradano. No es una excepción en la costa gallega ya que otras localidades como Boiro, Ribeira o Cangas poseen una larga tradición en su genealogía y toponimia vinculada a aquella tierra en el otro extremo peninsular: Fábregas, Massó, Alfagame...etc.

La relación entre las villas costeras gallegas y Cataluña se remonta al siglo XVIII y a la época del Racionalismo y la Ilustración. Con el asentamiento de la monarquía borbónica llega a España el llamado 'Despotismo Ilustrado' y los planes de desarrollo industrial encabezados por ingenieros, geógrafos, industriales y juristas que tenen como fin la modernización del Estado y la economía.


Fruto de estos planes muchos industriales catalanes van a llegar a las costas gallegas atraídos por su potencial pesquero. La industria de la salazón va a ser la principal fuente de ingresos para estos empresarios más comunmente conocidos como fomentadores. Los fomentadores van a llegar a Galicia para explotar sobre todo la pesca de la sardina durante la costera. Esto quiere decir que no se van a asentar de forma definitiva sino que lo harán durante los meses que dura la campaña, aunque aprovecharán infrasestructura existente y crearán nueva para albergar las actividades industrales relacionadas a la actividad salazonera.

De esta época proceden numerosos apellidos arraigados hoy en día en el municipio tales como: 

Abelardo Dubert, Juan Goday, Manuel Iglesias, Alejandro Portals, Higinio Portals, José Portals, Félix Romaní, José Romaní, Pablo Roura, Siaba Iglesias, Joaquín Vieta, José Vieta.

Al fondo a la izquierda la Casa de los Tres Picos, antigua fábrica de salazón de la familia Romaní.

Un siglo después, la industria salazonera va a experimentar una modernización para reconvertirse a la conserva. Durante el siglo XIX la conserva va a permitir el asentamiento industrial en las rías de Galicia y la de Muros no va a ser una excepción. Es en este siglo cuendo van a construirse nuevas fábricas en la localidad vinculadas a la conserva y salazón de productos del mar. Fruto de este nuevo asentamiento es la Fábrica de Sel, inaugurada por una familia cántabra de emigrantes retornados (indianos), hoy reconvertida en edificio multiusos y club de remo.

Antigua Fábrica de Sel; hoy sede de la Policía Local, Club de Remo y Auditorio.
Agradecimientos a:

Muros Auga e Sal
The Muros Times

jueves, 17 de noviembre de 2016

Maxi Fernández: "De la mar al plato"

 

Son las 11 de la mañana de un martes fresco y despejado de otoño frente a la lonja del puerto pesquero de A Coruña. 'El Muro', como es conocida esta rada, está tranquilo después de una madrugada ajetreada de descargas y subastas, camiones que salen catapultados hacia todos puntos de España y Europa y furgones dispuestos a recorrer Galicia de cabo a rabo.

Ya sólo las gaviotas montan follón por los restos de la batalla y nosostros nos disponemos a tomar un café en La Maroteca, un restaurante y vivero de marisco a sólo un paso de peatones de los muelles, en el céntrico barrio de Cuatro Caminos. Atravesamos la nueva plaza de Tabacalera, un espacio diáfano presidido por la Real Fábrica de Tabacos, futura sede judicial de A Coruña, ahora en reformas. La plaza está flanqueada de nuevos locales de ocio y restauración, con amplias zonas de paseo y juegos infantiles

Llegamos a La Maroteca y nos recibe una de las camareras del establecimiento con una sonrisa de las que ya no se suelen ver por la hostelería. Pedimos un café sólo y preguntamos si el dueño va a tardar mucho en aparecer. "Estará descansando, fue a la subasta a las 4 de la mañana en la lonja, pero debe de estar al caer", nos informa Cris, que así se llama.

Nada más acabar de decir la frase la puerta de La Maroteca se abre y un apresurado chaval de unos 28 años atraviesa el local como un relámpago: "Buenaaas..!", saluda. Recién duchado, con el pelo aún mojado y cierto cansancio reflejado en su cara, comienza a funcionar al tiempo que se pone el chaquetín y el delantal. "Cris, ¿Llamó el proveedor de Pícaro?", pregunta con una manga a medio meter. "Que tal hombre, buenos días, ¿Tomas algo?", nos pregunta girándose de forma repentina.
Al escuchar el comentario acerca de Pícaro advertimos la presencia de multitud de caldos, la mayoría gallegos, en las estanterías suspendidas sobre la barra. "¿Que tal sale el Pícaro?", le preguntamos. "Buenísimo", responde el chef, "Toro está sacando ahora unos vinos jóvenes muy buenos, muy elaborados", continúa para rematar con una invtación: "¿Te pongo una copa?".

Maximino Fernández Arias 'Maxi Fernández' (Muros, A Coruña, 1987), viene de celebrar en su restaurante el primer aniversario de su apertura: "La Maroteca es un concepto distinto", comenta el joven propietario. "No es en sí mismo un restaurante, sino que es un cocedero y despacho de marisco y pescado fresco que la gente puede llevarse a casa directamente de la lonja, crudo o cocinado, y dónde además puede si quiere degustarlo junto a un pequeño catálogo de recetas de elaboración propia".


Maxi sabe de lo que habla cuando incide en la importancia del vivero y cocedero de La Maroteca. "La gente no siempre quiere comer marisco fuera de casa, hay quien por tiempo o comodidad prefiere llevárselo a su domicilio o que se lo enviemos ya cocido", argumenta. "No todo el mundo conoce los puntos de cocción de cada marisco, y aunque hoy hay Internet, Google no lo soluciona todo, cada especie tiene su punto, su tiempo y su modo de ser preparado".

"Mi padre y su madre, mi abuela Maruja, trabajaron toda la vida en el negocio de la venta de pescado", comenta Maxi. "Mi abuela Maruja tuvo un puesto en la lonja de Muros toda la vida y crió a 10 hijos así", continúa. "Mi padre se dedica a la venta y exportación y estoy acostumbrado desde pequeño a tener el mejor género en casa a la hora de la comida, y quiero lo mismo en mi local", finaliza.

Sin embargo, la tradición marinera parece que no le viene únicamente por el lado paterno. "Mi abuelo materno, Ramón, estuvo faenando desde los 17 años. Primero fue marinero, trabajó muchos años en Muros hasta que se convirtió en patrón y se vino a vivir a Coruña, aquí a Cuatro Caminos, a cinco minutos andando desde La Maroteca", asegura mientras señala con el brazo.

Cuando se le pregunta sobre si esta es la vida o la profesión que había soñado de pequeño contesta rápido: "De pequeño tienes muchos pájaros en la cabeza y quieres ser muchas cosas pero con el tiempo tuve claro que lo mío era la cocina", explica. "Lo que pasa que al vivir siempre rodeado de pescado y marisco y al haber trabajado con mi padre, siempre tuve la oportunidad de hacer cosas con lo que había por casa y especializarme en pescado y marisco", dice. "Supongo que esto es como si el hijo de Messi juega bien al fútbol porque le va en los genes, pues a mi lo mismo pero por partida doble", bromea entre carcajadas.

Cuando se le pregunta sobre sus preferencias lo tiene bastante claro: "El chef al que más admiro es Joan Roca, ahora mismo en Cataluña se está creando una cocina muy prestigiosa que nada tiene que envidiar a la francesa o a la vasca", asegura con gesto serio. "Yo estudié en la Escuela Superior de Hostelería de Galicia y tuve la oportunidad de conocer a algunos de los mejores cocineros de España". 

Preguntado sobre el futuro de la gastronomía gallega Maxi Fernández lanza una reflexión: "Aquí el problema es conjugar la gran materia prima que tenemos con la elaboración. Siempre se ha dicho que el producto gallego es tan bueno que no necesita demasiada transformación en la cocina, pero eso yo creo que tiene más que ver con un tipo de cocina austera y tradicional, de escasas influencias, donde el ingrediente principal debe sobresalir por encima de todo". "En Galicia no debemos renunciar a los platos elaborados, aunque siempre mirando de no matar el protagonismo de los productos estrella de nuestra gastronomía", finaliza.

Tras finalizar la conversación advertimos la presencia de un letrero en la pared que reza: "Envíos a toda la Península y Baleares". "Hay que tratar de vender allá dónde puedas llegar, y hoy el Mundo con la mejoría de los transportes se ha quedado pequeño", asegura Maxi.

Después de casi dos horas en La Maroteca nos vamos con la pena de no haber tenido tiempo a probar sus apetecibles recetas, pero eso queda pendiente para una nueva entrada de este blog.